Más arriba del segundo piso: un mundo nos vigila

un mundo nos vigila

Con la estrechez de calles y peatonales que padecemos en la ciudad de San José, como acto inerte e involuntario, caminamos como autómatas hacia nuestros destinos, sin nunca levantar la mirada a lo que se esconde y nos observa desde más allá del segundo piso de los edificios, que como en competencia, se agolpan a estrangular las aceras y casi provocar que nos tengamos que tirar a la calle.

Carecemos también de espacios abiertos desde y hacia donde poder curiosear todo lo que sucede ahí, sobre nuestros ojos, fuera del alcance de todo ángulo de visión humanamente posible. Estos espacios para albergar colectivos son necesarios para la construcción de identidades con la ciudad que habitamos, y al no tener acceso a estas plataformas de intercambio de significados, la ciudad se vuelve ajena para sus propios ciudadanos; un simple puente para ir de un lugar a otro.

Por este fenómeno, la ciudad de San José tiene solamente dos ángulos desde los cuales puede ser retratada; desde una perspectiva de hormiga o desde una perspectiva de pájaro, es decir, o dirigiendo nuestra lente desde el piso hacia el cielo, con fugas infinitas, o panorámicas alcanzadas desde balcones y azoteas, ya que la San José que cabe dentro de un ángulo de visión humano se limita a los primeros pisos.

¿Qué esconde la ciudad más allá de los primeros pisos?¿Cómo sería el paisaje urbano si tuviéramos alcance directo a estas visuales? ¿Qué implicaciones perceptuales tenemos quienes vivimos acostumbrados a desenvolvernos en ciudades con pocos espacios abiertos, y además, de una pequeña escala?

Son las inquietudes que saltan a la luz, cuando vuelvo a ver hacia arriba.

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2 comentarios

Nuria Fernández V

Qué buen comienzo han tenido. Han dado el primer paso en algo que iniciaron desde hace ya tiempo y es su amor por la ciudad. Definitivamente estás donde debés estar y haciendo lo que hacés te podés sentir realmente plena y satisfecha.
No te des el chance de quedarte con lo que ahorita tenés

Tuanis la ilustración de la ciudad «puente», me recuerda de una cierta forma el uso del espacio urbano en «Learning from Las Vegas» donde la calle es una área de transición entre dos lugares de consumo. También me recuerda de manera más visual, la ilustración dentro de “New York Delire”, de conectar los rascacielos con puentes, reusando el lenguaje de Venecia. Quizás, en vez de querer más espacios abiertos, se debería buscar una valoración del dicho “puente” como lugar de interacción social, de encuentro y de observación.

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